jueves, 21 de mayo de 2009

Once

http://www.youtube.com/watch?v=aReledyvn_s

El Once, ese monstruito, el bastardo de Almagro y Balvanera, fruto de una noche sin orgasmos. Una sopa de nacionalidades, con fideos cabello de ángel. Ese barrio que no es barrio, ese no lugar que se erigió sin pedirle permiso a nadie, ese cachito autárquico que se morfó incluso el nombre de una estación de subte.

“Estoy cansado, pero igual, no tengo a donde ir”

Ella era pasajera en esa tierra, dormía en una madriguera de estudiante burguesa entre gentecita que arañaba el fin de mes. La piba del Once se amontonaba entre edificios grises que vomitaban cemento a sus pies y cotillones de terror, con sus caretas de goma, la felicidad hecha plástico: matracas, silbatos, basura, mucha basura. Los retazos de tela en el piso, los negocios de todo chasco. Las heridas suturadas con doble hilo, que se abrían después de las 7 pm.

“Un angel me vino a buscar, pero igual no lo quiero seguir”

Nos conocimos en una mano, la bancamos sin irnos al mazo, jugamos de guapos, con el pelo despeinado. Quemamos, muy rápido, los naipes. La última vez que nos masticamos, miramos por la ventana cuadrada, con la persiana a medio cerrar. Los cartoneros sobrevivían sobre Lavalle a manotazos de bolsas de cartón. Intercambiamos promesas y le dijimos adiós a nuestra relación de papel picado. Los pedacitos de colores caían sobre el piso, se empapaban con la humedad de la noche, eran pisoteados con desinterés, violados por el hormigón del Once.

jueves, 14 de mayo de 2009

La génesis del animal sin puntería

http://www.youtube.com/watch?v=0ZqQma5FPk8&

Profetas de la creencia más pagana. La liturgia profana, el culto a la transpiración robada al organismo.

Te mirás los pies, que andás haciendo en dos patas, animalito. Como era esto de mover este pedacito de carne, lengua que le dicen y enhebrar significantes efímeros en la noche de luces robadas la luna. Jugando a no ser animal, cubriendo el cuerpo con algodón procesado y un jean Levi´s.

“Hubo tierra, agua, sangre, flores, todo eso y también tiempo.”

Las hembras siempre han jugado mejor a los dardos que los machos. Nunca mechamos conciencia de que estamos en el campo de batalla del amor, sólo nos percatamos cuando somos flan contra el ladrillo, sí, las minas saben apuntar mejor. Una fiestita miserable, una mujer en el fondo, dardos a mi pantalón, “cómo te llamás”, más dardos, nihilismo, verdades a medias, “vamos arriba”, dardos, colchón en el piso para no bardear, plaf: la existencia, que se hace agua en un rato de amor.

Hombre sin alas, que bajás por la escalera. No tenés lugar para desayunar el día, entre tanto plato sucio y vasos manchados con lapiz labial. Esperás tu diluvio universal pero no hay ni garúa para el bondi. Se escuchan desde la cocina, los gritos de Prometeo que, encadenado, aún paga el precio de habernos regalado el fuego con el que incineramos, todas las mañanas, nuestros sueños de papel reciclado.

“Claramente digo que este fue el mundo el hombre
y se contaron, todas estas cosas”

miércoles, 6 de mayo de 2009

Carpintero

http://www.youtube.com/watch?v=yb0cO3ljTVM

Te habías empalmado una vida agradable. Unas cintas por acá, unos cordeles por allá.

“Una eternidad, esperé este instante”

Levantando del piso los retacitos de la piba, unos segmentos de ella desperdigados por Lanús, una que otra pieza por el Microcentro, unos cachos por el barrio. Jugando a ser el carpintero de mujeres, otra vez, arreglando nenas que otros rompieron. Eras el que cerraba la persiana sin hacer ruido, el que la abrazaba cuando se agitaba entre sueños, el que la peinaba, despeinándola, cuando el viento le sacudía el pelo.

“Come de mí, come de mi carne, entre caníbales”

Y la transa yiró el rumbo en una maniobra, de tanto que eras potrillo, te domaron sin señuelo. La vida es así, te morfa con doble miga y tomate en cuadraditos. Rifaron tu banquete de tu luz, al calor del otoño, la flexibilización laboral que te toca la puerta – “Sí, adelante, que necesitás” -. El telegrama de despido hecho mujer: te mirás debajo de los talones y ahí estaba, siempre allí estuvo, tu fecha de vencimiento.

“Tomate el tiempo en desmenuzarme”

A la cuenta de tres, tu ángel talibán se inmola dentro tu pecho, en pos de su Dios del Amor. Grita antes de dar el batacazo: - “chau, xajito”- y deja de existir. Reventás en el aire, porque entre caníbales sólo nos sobran los cuchillos.